Aun recuerdo cuando la princesa mayor había dejado los
pañales, a una edad tan corta, a mi se me hacia difícil creer que estaba
creciendo y su desarrollo iba muy rápido en todos los aspectos, ha sido una
niña precios desde el nacimiento. Casi no la disfrute de brazos los primeros
meses ya que cuando nació parecía que cargaba a una bebe
de tres meses, nunca tuve que sostenerle la cabeza ella estaba más que firme. Casi no quiso brazos, y yo… mamá primeriza me daba tanta pena no poder disfrutarla a mi antojo.
La princesa pedía dormir en cama. Recuerdo que cuando le
daba pecho, ella terminaba de comer y enseguida se ponía incomoda, y sin poder
dormir, hasta que la ponía sobre la cama, despertaba siempre sin llorar y con
una sonrisa enorme al verme; hasta la fecha despierta así, tan tranquila , y
alegre.
Nunca hizo un berrinche sin razón, camino
corrió a los 11 meses, y dejo el pañal al año 4 meses, y casi no
tuve que entrenarla mucho, un par de días, unos chonesitos nuevos, dos veces
mojo la cama por la noche y listo!, era increíble. Dentro de mi pensaba, bueno esta niña va que
vuela a ser grande. Al año y medio ya me ayudaba con la limpieza en lo que podía,
y siempre ha sido tan simpática y social, simplemente no la disfrute como se disfruta a
un bebé.
Cuando llego la segunda princesita, todo fue un encanto, y
puesto que nació de 8 meses era aun mucho más sensible. Eran tan pequeña, sentía
que se me rompía y deshacía al cargarla, era tan frágil. Yo estaba encantada la
cargaba como mi bebe recién nacida, y por supuesto asi estaba, pero es que con
la primera nunca fue así. Era tan tierna, (como todos los hijos son tan
diferentes).
Mi princesita pequeña llevo su ritmo, tardo un poco mas en
caminar, y sobre todo en dejar el pañal
un año después que su hermana.
Cuando me propuse enseñarle a la peque a ir haciendo solita,
lo que hice fue quitarle el pañal, y que ella se diera cuenta de lo que salía, me metalice bien para encontrar pipis
o caquita por ahí y sin enojarme o ponerme los pelos de punta, me dije, esto
puede pasar pero es para que ella se de cuenta. Enseguida y los primeros días así
sucedió, y le explique que tenía que avisar para llevarla al baño. Eso costo
que en varias ocasiones tuviera que limpiar los maravillosos y armónicos
desechos que dejaba por aquí y por allá; ayyy en una ocasión todo el sillón quedo
marcado de una pasta medio viscosa color marrón, y olía, como si hubiera ahí un
banco de desperdicios. Ese día si pedía a gritos toda la paciencia del mundo y
me decía a mi misma, “he aquí tu gran idea de dejarle sin pañal”. Respire profundo y a limpiar. No sin antes decirle
unas cuantas palabritas de instrucción para avisar antes de hacer sus cosas,
que debía decirle a mami que quiera ir al baño.
En fin cada vez me desanimaba mas , y pensé hasta mandarla a
una guarde para que mejor ahí le enseñaran, y dejarme de estar batallando. (que
madre tan desobligada era yo) Mi excusa era que ya no podía de tiempo porque
estaba ayudándole al padre en el negocio, y necesitaba mas tiempo para enseñarle,
tiempo del que ya no estaba disponiendo.
Así siguió pasando el tiempo y tanto el padre como yo nos
olvidamos de la operación pañal. Simplemente continuamos con los pañales.
Pasaban los días y lo que hicimos fue empezar a decirle que estaba creciendo y
que pronto tendría que dejar los pañales, y cuando su hermana se vestía, le
preguntaba si ella quería unos chones también, a lo que asintió que si,
entonces aprovechaba a decirle que tendría que empezar a avisar cuando quisiera
hacer pipi o popo.
Así seguimos varios días hasta que solita empezó a decir: “Mamá
pipi, pipi”, entonces yo bien orgullosa rápidamente la acompañaba al baño para
ponerla en su entrenador, cuando me iba dando cuenta que ya se había hecho. Brrrrrrrruuuuu.
Me estaba avisando que ya había hecho pipí y que había que
cambiar su pañal. Respiraba hondo y le decía: Mami pensó que apenas ibas a
hacer, ahora tendremos que cambiar el pañal y esperar un poco más para usar chones.
Y así pasaron unos días y afortunadamente llego semana santa, esos días que
pude estar en casa.
Desde el primer día de descanso me propuse que estuviera sin
pañal todo lo que estuviéramos en casa, para comenzar de nuevo la operación
pañal.
Fue un éxito, 4 días sin pañal en casa, y cuando salíamos,
le dejaba claro que no le ponía pañal. Mamí le dijo que ya no era una bebé y
que pronto iría a la escuela así que necesitaría unos chones, ella se mostraba
feliz, y su hermana también le apoyaba mucho, cada vez que hacía en el
entrenador le cantábamos una porra, y su hermana le abrazaba y la animaba, era
muy bonito verlas, y bueno cada vez, fue así, hacia en el entrenador y le felicitábamos
le dábamos algún premio aunque no siempre, y prácticamente se fue
acostumbrando, Un día salimos y sucedió un accidente de esos que no avisa y se
hace, pero fue leve, en parte porque estaban jugando en un jardín del pueblo y
ya era de noche, así que nadie se dio cuenta. Pero ella se sintió incomoda.
Fue creo la única vez, después de esos días y para el lunes después
de semana santa todos los siguientes días la deje sin pañal, y hasta la fecha
ya no hemos vuelto a poner uno, en esa semana después solo quedaba un pañal que
le había puesto por la noche el cual se fue a la basura seco. Una sola noche se
hizo en la cama, y todas las siguientes semanas después de semana santa no
hemos vuelto a ponerle pañal.
En realidad pensé que se llevaría mucho mas tiempo puesto
que ya habíamos intentado y no había resultados, sin embargo creo que sirvió el
que primero estuviéramos hablando con ella, para que entendiera que estaba
creciendo y que pronto iría a la escuela como su hermana, asi que había que
empezar a usar chones y dejar los pañales, creo que entendió muy bien. Esa
semana santa fue todo un éxito, el día de ayer hicimos oficial que la princesa había
dejado por completo de usar pañales, la felicitamos y le expresamos tanto papi,
hermana y yo que estábamos orgullosos de ella, porque ya se había hecho mayor y
estaba usando chones y sin hacerse de la pipi en la cama por las noches. Ella
se notaba feliz.
Cuanto bien le hace a los hijos, reconocer sus logros, sus
avances y hacerles sentir valiosos y lo
orgullosos que nos sentimos de ellos, creo que en parte eso fue lo mas
importante cuando empezó a hacer pipi en el entrenador, ella se sintió tan bien
cuando le cantábamos las porras y le abrazábamos que siguió haciéndolo, le gustaba que hiciéramos eso. Ahora en
ocasiones ya no me avisa si va al baño, a veces no la escucho y la encuentro en
el baño acabando de hacer, y no en el entrenador, sino en el inodoro grande.
Creo que ya tampoco necesitamos el entrenador.
“Felicidades
preciosa, estamos orgullosos de ti”.